Desde Voluntad Popular creemos que las recientes restricciones migratorias impuestas a ciudadanos venezolanos en Estados Unidos, afectando visas de turismo, estudio e intercambio, deben ser revisadas con una mirada humanitaria y diferenciada. Venezuela no es un país normal. Bajo el régimen de Nicolás Maduro no hay garantías, ni instituciones confiables, ni condiciones para el retorno seguro de quienes se han visto forzados a emigrar. Y si hoy millones no pueden renovar sus pasaportes o validar documentos, es precisamente porque viven bajo una dictadura que ha desmantelado toda institucionalidad.
El pueblo venezolano no es una amenaza. Salvo contadas y deshonrosas excepciones, no son los migrantes quienes representan un riesgo, sino el régimen y su cúpula, muchos de cuyos miembros están señalados por la justicia internacional por corrupción, violaciones de derechos humanos y delitos transnacionales.
Confiamos en que las autoridades estadounidenses, y especialmente los aliados de la causa democrática venezolana, sabrán encontrar mecanismos que protejan sus intereses legítimos, sin dejar desamparados a quienes buscan refugio, oportunidades o educación, huyendo del autoritarismo.
La verdadera forma de acabar con cualquier tipo de amenaza proveniente desde Venezuela es recuperando nuestra democracia, y para ello requerimos del apoyo de todos nuestros aliados en el mundo, incluyendo a los Estados Unidos. En Voluntad Popular seguiremos trabajando para que Venezuela vuelva a ser un país de acogida, no de expulsión.